Chicos, aquí os copio una carta redactada por vuestra compañera Dayanna para un ejercicio que le pedí la pasada semana. En él, se hace pasar por una mujer francesa que escribe a la Convención Nacional reclamando igualdad de derechos para hombres y mujeres. Está francamente bien y os animo a leerla.
Antonio.
París, Francia, 4 de diciembre de 1793.
Antonio.
París, Francia, 4 de diciembre de 1793.
Yo, Evelyn Dayanna León Quevedo, me permito dirigirme a la Convención Nacional para tratar un tema que como a mí, a muchas mujeres les interesa y les preocupa. Por ello quisiera redactarles brevemente un pequeño argumento; sobre los derechos de las mujeres y los hombres.
Como yo, muchas mujeres piensan que los derechos están mal escritos o redactados. Creemos que los hombres tienen muchos más privilegios en los derechos que las mujeres. Por ejemplo, no estoy de acuerdo en que la mujer deba obedecer a su marido, porque ni es un perro, ni es una criada. La mujer se casa por amor al hombre o su marido, no para estar esclavizada durante toda su vida bajo el mando o la supervisión del hombre. No nos parece bien que nuestros hijos estén bajo el cargo de nuestros maridos, estoy de acuerdo en que ellos son los padres pero nosotros los hemos tenido durante nueve meses dentro de nosotras, por lo que nosotras tenemos más derecho sobre nuestros hijos. Además somos nosotras las que los cuidamos las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana. Ellos están mucho más tiempo con nosotras que con sus padres. Por eso pensamos que la patria potestad nos corresponde a nosotras o a los dos por igual. Pero no sólo a ellos.
Mucho menos estamos de acuerdo en que necesitamos una autorización para poder trabajar o para opinar en un juicio. ya que nosotras, como los hombres, somos libres de opinar lo que pensamos en todo momento.
No nos parece nada bien que no podamos trabajar sin que nuestros maridos nos den autorización porque sino nosotras pudiéramos trabajar sin que dependamos de nuestros maridos, podríamos administrar nosotras mismas nuestros propios bienes y con ello no depender económicamente de nuestros maridos y así aportar dinero al hogar y poder saciar o satisfacer nuestros caprichos sin tener que molestar a nuestros maridos con tonterías.
En lo que sí que verdaderamente, aparte de todo lo redactado anteriormente, no estoy de acuerdo es en que si la mujer comete un adulterio, debe tener mayores consecuencias. Yo creo que sin una mujer comete un adulterio, es tan grave e importante como si un hombre comete un adulterio. O quizá es que la gente se piensa que sólo a un hombre le molesta que su mujer le sea infiel. Pues están sumamente equivocados, ya que a todos nos molestaría si nuestra pareja nos engañase con otra persona.
Por todo ello, creo que los derechos de la mujer y del hombre deben ser redactados de nuevo y ser escritos con conciencia y ser justos, es decir, redactar los mismos derechos para el hombre y la mujer.
Sin más que decir, me despido. Gracias por su atención.
Un cordial saludo,
Atentamente.
Evelyn Dayanna León Quevedo.
Como yo, muchas mujeres piensan que los derechos están mal escritos o redactados. Creemos que los hombres tienen muchos más privilegios en los derechos que las mujeres. Por ejemplo, no estoy de acuerdo en que la mujer deba obedecer a su marido, porque ni es un perro, ni es una criada. La mujer se casa por amor al hombre o su marido, no para estar esclavizada durante toda su vida bajo el mando o la supervisión del hombre. No nos parece bien que nuestros hijos estén bajo el cargo de nuestros maridos, estoy de acuerdo en que ellos son los padres pero nosotros los hemos tenido durante nueve meses dentro de nosotras, por lo que nosotras tenemos más derecho sobre nuestros hijos. Además somos nosotras las que los cuidamos las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana. Ellos están mucho más tiempo con nosotras que con sus padres. Por eso pensamos que la patria potestad nos corresponde a nosotras o a los dos por igual. Pero no sólo a ellos.
Mucho menos estamos de acuerdo en que necesitamos una autorización para poder trabajar o para opinar en un juicio. ya que nosotras, como los hombres, somos libres de opinar lo que pensamos en todo momento.
No nos parece nada bien que no podamos trabajar sin que nuestros maridos nos den autorización porque sino nosotras pudiéramos trabajar sin que dependamos de nuestros maridos, podríamos administrar nosotras mismas nuestros propios bienes y con ello no depender económicamente de nuestros maridos y así aportar dinero al hogar y poder saciar o satisfacer nuestros caprichos sin tener que molestar a nuestros maridos con tonterías.
En lo que sí que verdaderamente, aparte de todo lo redactado anteriormente, no estoy de acuerdo es en que si la mujer comete un adulterio, debe tener mayores consecuencias. Yo creo que sin una mujer comete un adulterio, es tan grave e importante como si un hombre comete un adulterio. O quizá es que la gente se piensa que sólo a un hombre le molesta que su mujer le sea infiel. Pues están sumamente equivocados, ya que a todos nos molestaría si nuestra pareja nos engañase con otra persona.
Por todo ello, creo que los derechos de la mujer y del hombre deben ser redactados de nuevo y ser escritos con conciencia y ser justos, es decir, redactar los mismos derechos para el hombre y la mujer.
Sin más que decir, me despido. Gracias por su atención.
Un cordial saludo,
Atentamente.
Evelyn Dayanna León Quevedo.
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